El desarrollo de la misión al departamento de Arauca, el pasado 28 y 29 de marzo, que estuvo coordinada por el área de responsabilidad de violencia basada en género (VBG) y en compañía con iMMAP. Se adelantó la coordinación con las agencias que están presentes  en el territorio para el avance de la red de espacios seguros al subgrupo de VBG, además de ello, se eligió la ciudad de Arauca, para que fuera el piloto para el AdR VBG, del mecanismo articulador que permitirá tener una metodología para replicar en otros territorios. Dentro de estos dos grandes objetivos, hay otro componente muy importante, que no podemos dejar de lado: el impacto a las comunidades, la cercanía con las personas que se ven beneficiadas, y para esta ocasión, las mujeres que cada vez nos inspiran más para seguir construyendo y mejorando la calidad de vida.

El día a día en este territorio para sus habitantes se vive entre necesidades manifiestas y crisis latentes, que convergen para que ésta, sea una zona foco de la respuesta y la atención humanitaria. En esta misión al departamento de Arauca, su capital, la ciudad de Arauca, nos recibió con calidez, no sólo por su clima característico de la planicie llanera acompañada de la humedad del río Arauca, sino por la gentileza de sus habitantes. Este territorio ha sido testigo de más de 20 años de conflicto armado, y en los últimos años, ha presenciado la creciente migración proveniente de Venezuela, pues como lo dicen comúnmente sus habitantes, hay más venezolanos que colombianos. Condiciones que dificultan la paz y la seguridad de los ciudadanos, puesto que sigue siendo una zona de alta influencia para los grupos armados al margen de la ley, y a esto se le suma las constantes dificultades para el acceso a los servicios, posición que afecta por igual a propios y extranjeros, pero de una manera especial a las mujeres y niñas. En medio de estas dificultades, vale la pena resaltar, las acciones que han impactado y acompañado a progresar a las mujeres que se han unido a los diferentes programas que ofrecen organizaciones que conforman el Área de Responsabilidad de VBG.

Parte de afrontar estas situaciones, es el emprendimiento y el conocimiento, para que las mujeres empiecen a darse cuenta y reconocerse a ellas mismas como mujeres, como personas con derechos. Para esta ocasión, tres mujeres nos han contado sus experiencias de cómo han transformado sus vidas, como ellas mismas nos han dicho: “quitarnos las vendas de los ojos”. Estas historias tienen el propósito de resaltar lo que aportan ellas a sus comunidades.

La primera mujer que nos quiso compartir su testimonio fue, Karen Melendez, una mujer cabeza de familia que habita en uno de los asentamientos de Arauca con sus tres hijos, quien hoy en día se reconoce como una mujer empoderada del conocimiento, después haber sido sobreviviente de violencia basada en género y de tres años de asistir a talleres y formarse constantemente, en su comunidad ella es lideresa que se encarga de replicar sus conocimientos, experiencias y sobre todo ayudar a que las voces de otras mujeres sean escuchadas. Aprendizajes que hasta le han servido para ayudar a encontrar reconciliación entre su familia, donde estaban rotos los lazos . Orgullosa de su presente, sin miedo de lo que le ocurrió como sobreviviente de diferentes tipos de violencia no solo de parte de su ex-pareja sino en el trabajo y en general por su condición de mujer cabeza de familia. Su mensaje es de respeto a los derechos y la libertad para decidir sobre nuestros cuerpos y vida.

Enseguida, conversamos con Malanyel Castellanos, una madre soltera de cuatro hijos. Desde el 2019, Malanyel, empezó sus proceso de empoderamiento y de formación, hoy en día se dedica a inspirar a otras mujeres, que como ella fueron violentadas, y espera que algún día estas mujeres, a las que hoy ella les brinda talleres, más adelante se conviertan en replicadoras y lideresas. Su mensaje para otras mujeres es enfrentar el miedo e interiorizar que hay posibilidades, que siempre se puede decidir como ella lo dice con su acento llanero: “hasta aquí permito que me violenten… hasta aquí permito que me abusen”. Mensaje que también viene acompañado de la importancia de no rendirse, de seguir adelante, que la formación y el aprendizaje juegan un papel muy importante para dejar de lado el miedo y empezar a actuar, porque no están solas en cualquier situación que están enfrentando, como ella lo dice: “ dejar de lado el no puedo, ¡claro que podemos! Todas podemos”.

La última mujer con la que tuvimos oportunidad de conversar, por petición y protección de su identidad, cambiamos su nombre y no mostramos su rostro. Ella es Gloria, sobreviviente de intento de homicidio por su excompañero sentimental. Hoy en día, después de su acompañamiento psicológico y de algunas formaciones, se siente libre ya que el miedo ha disminuido, es capaz de salir a la calle y ha dejado de sentirse sola, por el momento ella sigue en formación pero espera llegar a dictar talleres a otras mujeres. Aunque su proceso continua, Gloria, da un mensaje contundente sobre las mujeres que se encuentran en peligro: pidan ayuda y salgan de allí, hay que poner mucho de su parte pero cualquiera que sea la situación siempre hay salidas. Gloria sigue construyendo una nueva vida y todavía en camino a la superación después de 20 años de violencia entre lo que cuenta 4 intentos de homicidio, agradece a Dios y a las mujeres que le han ayudado en su proceso, luego procede a despedirse con un fuerte abrazo.

Con respecto a las tres mujeres, sobrevivientes de violencia que nos compartieron un poco de historia, queremos agregar que es importante no caer en la revictimización constantemente reviviendo las situaciones de violencia, pero al mismo tiempo no invisibilizar que la VBG existe. De esta experiencia nos queda que el sentido de la sororidad y la resiliencia en el territorio se vive diferente, se construye y se empodera cada vez que más mujeres enseñan,  en especial a las niñas y adolescentes a usar sus grandes voces para prevenir la violencia e interiorizar que los derechos se respetan, y que la construcción de una vida digna en comunidad es posible.